
Aleksandr Grozni (seudónimo) tiene diecinueve años y nació en Chechenia. Criado en el seno de una familia obrera de cristianos ortodoxos, su infancia estuvo marcada por la Segunda Guerra Chechena y con catorce años contó a sus padres que era homosexual. Con quinze años besó a su novio en plena calle. La policía se presentó en su casa y lo detuvo. En un sótano de la comisaría tres agentes le dieron una paliza. Los policías lo acompañaron hasta su casa y, según cuenta, uno de los agentes les dijo a sus padres que lo asesinaran por el honor de la familia. Toda la familia huyó de Chechenia y se dirigió a Moscú. Aleksandr decidió irse de Rúsia con la intención de venir a Europa. Llegó a Barcelona el verano de 2016.
El gobierno de la República de Chechenia no reconoce los derechos del colectivo LGTBI. La homosexualidad es ilegal y la condena suele ser un castigo corporal. La Federación Rusa si reconoce la legalidad de la homosexualidad pero en 2013 el presidente Vladímir Putin aprobó una ley que prohibía su promoción y propaganda. Gracias a esta ley, el Kremlin mira hacia otro lado con respecto al trato que sufren los homosexuales en Chechenia, es más, varios activistas de los derechos del colectivo LGTBI han sido detenidos en Rusia por manifestarse contra lo que sucede en Chechenia.

El presidente de la República de Chechenia Ramzán Kadýrov, del partido Rusia Unida de Vladímir Putin, dijo una vez que los homosexuales son demonios. A estas declaraciones añadió: »No hay homosexuales en Chechenia y, en el caso que los hubiera, que se los lleven a Canadá para purificar nuestra sangre». Kadýrov es el mismo que dijo »las raíces del mal estaban en Estados Unidos» al conocerse el origen checheno de los terroristas del atentado de la maratón de Boston en 2013. El presidente checheno es bien conocido, además de por su homofobia, por su gobierno autoritario. Muchos opositores han sido encarcelados. La prensa opositora rusa lo llama el último señor feudal de Rusia.
En abril de 2017 el periódico independiente Novaya Gazeta informó sobre la existencia de campos de concentración para gays en Chechenia. Según el diario, la ciudad de Argún cuenta con un campamento militar oficialmente en desuso donde se emplaza un campo de concentración para homosexuales ilegal. Más de 100 hombres, a quienes se creía gays, fueron secuestrados y torturados en estos campos. El objetivo del gobierno es expulsar a todos los homosexuales o asesinarlos. Los supervivientes denuncian una campaña de violencia coordinada por las instituciones chechenas. Los testigos dicen que muchos prisioneros fueron asesinados y que otros fueron entregados a sus familias para que fueran sacrificados en nombre del ‘honor’. Las autoridades rusas no han abierto ninguna investigación al respecto y niegan la existencia de campos. Kadýrov negó la existencia de homosexuales en Chechenia. Dos periodistas del diario Novaya Gazeta están actualmente en la cárcel.
El gobierno checheno está en una deriva autoritaria que con la escusa de erradicar el terrorismo independentista checheno y/o yihadista actua de manera brutal hacia sus opositores. Esta situación no ocurriría si el Kremlin interviniera, pero Rusia también comete graves faltas de los Derechos Humanos. La comunidad internacional pide explicaciones sobre este asunto, pero cuando se da cuenta del potencial militar y económico ruso mira hacia otra parte.