400 mil fascistas.

Europa está enferma, el síntoma es el auge de la extrema derecha, el cual ya se iniciaba en Francia con el Frente Nacional de Le Pen en los años 80, y que a día de hoy, esta ideología, alcanza el poder en algunos gobiernos miembros de la UE como por ejemplo Hungría, Italia y ahora, de forma autonómica, España.

Esta realidad no es nueva. En el caso de España, VOX amplia el mapa de la presencia ultra en Europa. Es cierto que los votantes extremistas ya existían, en su día apoyaron otros grupos de extrema derecha como Fuerza Nueva o las JONS durante la etapa posfranquista, pero su incapacidad de renovación llevó a estas organizaciones a la marginación o desaparición del espectro político institucional. Los votantes ultraderechistas, viéndose huérfanos, fueron bien recibidos en Partido Popular donde además ellos mismos sentían satisfechas sus demandas políticas.

A día de hoy, con la moción de censura del PSOE tras la sentencia que condenaba al Partido Popular como organización criminal a título lucrativo y el conflicto catalán, surge un nuevo votante harto de los políticos habituales y del sistema junto con sus miedos en cuanto a su identidad nacional o su posición social, entonces no sólo encontramos votantes nostálgicos sino también votantes desencantados con el sistema y seguramente en una situación social precaria.

En definitiva, no nos encontramos ante un enemigo del pasado sino a un enemigo del presente, un enemigo que sabe conectar con la gente, que aviva los miedos de la sociedad nacional y eso necesita una alternativa real y que realmente también ponga en duda el sistema en el que vivimos y pueda generar esperanza en un proyecto distinto al del conflicto basado en las ideas de la extrema derecha.