La primera ministra del Reino Unido Theresa May visitó el pasado viernes la República de Irlanda y cenó con el Taoiseach (jefe de gobierno irlandés) Leo Varadkar en Dublín. Esta reunión es uno de los esfuerzos diplomáticos de la premier británica por conseguir un nuevo acuerdo para el Brexit que pueda ser aprobado en la Cámara de los Comunes. El escollo es Irlanda del Norte. Los diputados más euroescépticos quieren una frontera dura entre Irlanda del Norte, nación constituyente del Reino Unido, y la República de Irlanda, estado miembro de la Unión Europea. El acuerdo del Brexit prevé una unión duanera entre las dos Irlandas, diferenciando así Irlanda del Norte del resto del Reino Unido, cosa que no es aceptada por los más euroescépticos, aunque existe una mayoría social norirlandesa e irlandesa contraria a la frontera dura. Irlanda del Norte es ahora un campo de batalla político por el Brexit.

Para entender mejor la importancia del asunto norirlandés en el Brexit hay que analizar la historia, la política y la sociedad de Irlanda del Norte. En 1919 empezó la Guerra de Independencia Irlandesa que acabó con la victoria de los independentistas y se firmó el Tratado Anglo-irlandés. Con este tratado se procedía a la Partición de Irlanda. Seis de los nueve condados de la provincia septentrional del Úlster, de mayoría protestante y unionista, seguirían siendo parte del Reino Unido con el nombre de Irlanda del Norte. El resto de la isla de Irlanda se convertiría en el Estado Libre Irlandés, país independiente que fue parte del Dominio británico hasta la proclamación de la República. Este acuerdo con el Gobierno británico llevó a la isla Esmeralda a una guerra civil entre partidarios del tratado y contrarios. Los primeros fueron los vencedores.
Los independentistas del norte, católicos irlandeses y republicanos, lo vieron como una decisión ilegítima que sólo veneficiaba a los unionistas norirlandeses, protestantes lealistas británicos. En Irlanda del Norte los católicos, republicanos y partidarios de la unificación de la isla, sufrían discriminación y no existían derechos civiles para ellos. Lo que comenzó en un movimiento por los derechos de la comunidad católica acabó en un conflicto armado de más de treinta años entre republicanos irlandeses católicos y lealistas británicos protestantes, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) contra grupos paramilitares unionistas y las Fuerzas Armadas británicas. La paz llegó en 1999 con los Acuerdos de Viernes Santo dónde se acordaba la amnistía para los presos de ambos bandos, la recuperación del gobierno autónomo repartido entre protestantes y católicos a partes iguales, además de celebrar un referéndum sobre la unificación de Irlanda que aún no se ha convocado. En el conflicto, llamado The Troubles (Los Problemas), murieron más de 3.000 personas y 50.000 fueron heridas.

(Imagen: Sepia)
Cierto es que la paz ha imperado estas dos décadas y una generación ha crecido sin odio hacia sus vecinos, pero la sociedad norirlandesa sigue dividida en barrios y pueblos. Unos de mayoría católica y republicana irlandesa y otros protestantes y unionistas. Actualmente los católicos ya no son una minoría y representan a la mitad de la población.

La división ha vuelto con el Brexit. El 56 % de los norirlandeses votaron por la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Los protestantes que votaron por el Brexit temen que la unión duanera con la República de Irlanda conlleve a la unificación de la isla de Irlanda. La mayoría de norirlandeses no están a favor del Brexit ni de una frontera física con el resto de Irlanda, ya que es su principal socio económico, más que el Reino Unido, y también por motivos culturales y nacionales.

En Londres y Bruselas preocupa mucho que una unión duanera dura entre las dos Irlandas pueda crear un nuevo conflicto armado entre católicos y protestantes, ya que se han vivido momentos de tensión en varias manifestaciones y la polarización de la sociedad está candente en Irlanda del Norte.
