El Gobierno del Estado y el Govern de la Generalitat de Catalunya, en concreto el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y el dúo entre el PDeCAT (Partit Demócrata de Catalunya, antigua Convergència) y ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) se encuentran en una fase de diálogo después de las continuas agresiones políticas y judiciales producidas con el Gobierno del Partido Popular en las cuales se destacan la celebración del referéndum ilegal del 1-O y las posteriores cargas policiales que indignaron a muchos medios internacionales junto a la aplicación del artículo 155 de la Constitución española con los votos a favor de Partido Popular, Partido Socialista y Ciudadanos.
Esta fase de diálogo entre socialistas e independentistas producida después de la Moción de Censura al Gobierno del Partido Popular tras la sentencia judicial sobre el caso Gürtel que condenaba al PP como organización criminal a título lucrativo. Nos deja en un momento en el cual los partidos independentistas han hecho una serie de demandas al Gobierno, el cual ha dejado claro que no concederá ninguna vía hacia la separación del Estado español. Teniendo esa vía totalmente cerrada, un mayor gasto del Gobierno en Catalunya parecía ser el acuerdo que ambos llevarían acabo para así sostener al Gobierno socialista, con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2019. Pero la negativa de ERC a los presupuestos a abierto una brecha en las relaciones entre Gobierno y Generalitat.
Tras este suceso, la Generalitat ha publicado las 21 demandas que hizo Joaquim Torra a Pedro Sánchez en su última reunión durante el Consejo de Ministros celebrado en Barcelona, el pasado 21 de diciembre. Entre esas demandas destacan las siguientes: fin de la vía judicial, rechazo a la aplicación del artículo 155, debate sobre la forma de estado y un referéndum.
Está claro que el desarrollo de esta fase de diálogo es más productiva y beneficiosa para Gobierno y Generalitat, y conjuntamente para la sociedad española. Alejarse del conflicto y dejar de generar odio desde luego se puede considerar una mejora en el conflicto. Lastimosamente, nos encontramos con una oposición dentro del Congreso de los Diputados feroz y muy alejada de lo que se conoce como «estadista». Instaurados en el conflicto por puro rédito electoral, critican incesantemente el diálogo entre ambos y han llegado a llamar a Sánchez, «partícipe de un Golpe de Estado», en referencia a su relación de diálogo con la Generalitat, también, le han llamado socio de los «amigos» de ETA en referencia a EH Bildu, entre otras muchas declaraciones bajas de tono de una oposición bajonera y ridícula propia de populismos de extrema derecha que ya han emergido en Europa y que en España hasta la llegada de VOX no habían aparecido.
En todo caso, qué extraño resulta ver al Partido Popular tan exaltado por un diálogo político entre dos partes (Gobierno y Generalitat), y más cuando se trata de formaciones políticas que han sido elegidas democráticamente. Seguramente les ha invadido la amnesia y no recuerdan cuando su expresidente del partido y expresidente del Gobierno José María Aznar en 199, se reunía con la banda terrorista ETA en secreto, para realizar una negociación en busca de la paz y del fin del conflicto; a cambio de conceder terceros grados y acercar presos a centros penitenciarios ubicados en el País Vasco. En esa ocasión la oposición, PSOE e Izquierda Unida, presentaban su oposición manifestando que el diálogo del PP era con fines electoralistas. Hoy, vemos una oposición más agitada y tristemente, parece que compiten con ese partido de extrema derecha VOX, una competencia en la que también está el líder de Ciudadanos, Albert Rivera el cual mantiene un discurso en contra del populismo en Europa, pero su formación gobierna en Andalucía gracias a la extrema derecha y practica un discurso populista para los intereses electorales de su formación.
En definitiva, se presenta una situación compleja en esta fase de diálogo, y es evidente que la no aprobación de los presupuestos determinará una llamada a elecciones generales y dado lo acontecido en Andalucía, junto a las altas expectativas de la extrema derecha, no se prevé un futuro esperanzador para el espectro político español.
