¿Quién necesita Netflix teniendo periodismo basura?

La única vez que he escrito en este blog fue para hablar de la responsabilidad del periodismo en el ámbito de la política; concretamente comenté la responsabilidad que tenían los medios en el auge del partido de ultraderecha VOX. Hoy vuelvo a escribir otra vez sobre periodismo.

Yo creía que la decrepitud periodística había alcanzado un punto insuperable con la desaparición de Gabriel Cruz; para quien no lo recuerde, Gabriel Cruz, es el niño almeriense que desapareció y que posteriormente fue hallado sin vida asesinado por su madrastra.

Todos los medios se hicieron eco del caso, los informativos de todas las cadenas abrían explicando la noticia, algunos presentadores vertían su dosis de drama para que la noticia supiera más amarga y fuera más difícil de digerir entre los espectadores. Además, varios programas cambiaron su programación habitual para tratar el caso del pequeño Gabriel.

Con tanto ‘bombo’, al final media España se enganchó al caso y las televisiones anotaban unas cuotas de “share” impresionantes. Por no hablar de la estigmatización que se hizo de la persona que asesinó al niño, que era de origen Dominicano.

Esta semana, han asesinado a Laura Luelmo. Un feminicidio; nunca tendría que haber pasado.

¿Creéis que los medios han respetado la investigación y han dado una información rigurosa y no han mediatizado el caso como pasó con Gabriel Cruz? La respuesta es, no.

Han entrevistado a conocidos y vecinos, han fotografiado al pueblo, lo han grabado hasta el punto más recóndito, han llegado a saltarse un cordón policial donde el acusado llegaba a su domicilio acompañado de la policía para recrear la escena del crimen. No se habla de otra cosa.

La gente enganchada quiere más, y comenta, y pasa cadenas, y especula, y empiezan a correr bulos. ¿Para qué queremos Netflix?, si algunos medios ya se encargan de eso.

En definitiva, no me quejo de que se informe de que un crimen, salga en la televisión, y que esa cobertura sirva para concienciar a las personas. Me quejo en el momento en el que, el crimen, pasa a ser objeto de especulación y de mediatización, convirtiéndolo en un producto.